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  • Riba-roja de Túria es mucho más que un simple municipio a las afueras de Valencia. Es una joya histórica enclavada en la comarca del Campo de Turia, una localidad cuyo nombre evoca leyendas y paisajes de ribera teñidos de un rojo intenso que se funde con la historia, la naturaleza y la vida cotidiana. El nombre, "Riba Roya" o "Riba Roja", probablemente deriva del latín "Ripa Rubea" (ribera roja), una alusión a las tierras fértiles y rojizas que bordean el río Turia, donde desde hace siglos, las aguas corren junto a barrancos que antaño fueron testigos de la vida de íberos, romanos y visigodos.

    Pasear por sus calles es recorrer un libro de historia en cada esquina. Imagina el contraste de una localidad moderna, con alrededor de 22 mil habitantes, que conserva el alma de un pueblo antiguo que ha sido testigo de incontables civilizaciones. Uno no puede evitar sentirse transportado en el tiempo al visitar lugares como el yacimiento visigodo del Pla de Nadal, un conjunto palatino de impresionante importancia histórica. Este tesoro, posiblemente mandado construir por el duque Teodomiro tras la invasión musulmana, es un recordatorio silencioso de la presencia de los visigodos en estas tierras. Caminar por este lugar es sentir la huella de siglos pasados, donde cada piedra parece susurrar historias de poder, intriga y caída de reinos.

    Riba-roja de Túria no es solo un lugar donde la historia antigua toma protagonismo, sino también un municipio donde cada rincón parece narrar su propio relato a través de monumentos emblemáticos. Entre ellos, destaca imponente su Castillo, una fortaleza que se erige con orgullo en el horizonte, como un coloso que domina el paisaje y vigila el paso del tiempo. Este edificio, reconocido como Bien de Interés Cultural, ha sido un testigo privilegiado de siglos de transformación. Sus orígenes se remontan a la época musulmana, pero ha vivido múltiples reformas a lo largo de los siglos, especialmente durante la Edad Media y el siglo XIX. Entre sus gruesos muros se han forjado alianzas, luchado batallas, y tomado decisiones que marcaron el devenir del pueblo. Hoy, sus salas y torres ofrecen un recorrido fascinante por la historia de Riba-roja, donde se puede sentir la presencia de familias nobles, de soldados y campesinos, todos ellos parte de la evolución de una comunidad que ha sabido abrazar el cambio sin perder la esencia que la hace única.

    Desde lo alto del Castillo, la vista ofrece un panorama espectacular. Al extender la mirada hacia el horizonte, el río Turia se dibuja como una cinta plateada que serpentea en la distancia, recordando su papel crucial en la historia del municipio. Este río no solo ha sido un recurso vital para la agricultura, sino que en sus márgenes se encuentran los vestigios de un impresionante legado romano: los antiguos acueductos que, durante siglos, regaron las fértiles tierras de la comarca. Este ingenioso sistema hidráulico, construido con la precisión que caracteriza a la ingeniería romana, garantizó el suministro de agua a las cosechas y a los habitantes de la zona. Hoy, estos restos arqueológicos son un valioso testimonio de la capacidad de los romanos para transformar el paisaje y asegurar la prosperidad de las tierras que conquistaban, dejando una huella indeleble que aún se puede rastrear en los caminos que bordean el Turia.

    El recorrido por Riba-roja de Túria no estaría completo sin una parada en el icónico Puente Viejo, una obra arquitectónica sencilla, pero llena de encanto y de historia. Este puente, que ha resistido el paso del tiempo y las inclemencias de la naturaleza, servía como conexión vital entre las fértiles tierras de cultivo a ambos lados del río. A lo largo de los siglos, ha visto pasar a campesinos que llevaban sus cosechas, mercaderes que comerciaban sus productos, e innumerables animales que cruzaban sus arcos de ladrillo. A pesar de haber sufrido el embate de riadas devastadoras como la de 1776, que casi lo destruye, el Puente Viejo se mantiene en pie, firme y majestuoso, como un símbolo de la resistencia y el ingenio humano. Al caminar sobre sus piedras desgastadas, uno no puede evitar imaginar las incontables historias y los ecos de las generaciones que, día tras día, atravesaron sus pasarelas, formando parte de la historia viva de este encantador municipio.

    Sin embargo, Riba-roja de Túria no se define solo por su rica historia, sino que también es una comunidad vibrante y dinámica, con una conexión profunda y armoniosa con su entorno natural. Ubicada en una zona privilegiada, está rodeada por montañas suaves que alcanzan los 250 metros de altitud, proporcionando un paisaje que combina la majestuosidad de las terrazas fluviales con las vastas llanuras de cultivo que se extienden más allá del horizonte. Este contraste crea un mosaico de paisajes que invita tanto a los residentes como a los visitantes a explorar sus rincones más íntimos. Los jóvenes pinares que crecen en la Montaña del Frare son un refugio natural para diversas especies de fauna y flora autóctona, convirtiendo la zona en un santuario de biodiversidad. Aquí, el canto de los pájaros se mezcla con el susurro del viento entre los árboles, mientras que el aroma fresco del romero, la coscoja y otras hierbas mediterráneas llena el aire, envolviendo a los excursionistas y amantes de la naturaleza en una experiencia sensorial única. Los senderos que atraviesan estas montañas ofrecen no solo la oportunidad de conectar con la naturaleza, sino también la posibilidad de descubrir miradores que revelan impresionantes vistas panorámicas del entorno rural y urbano de Riba-roja.

    El patrimonio cultural de Riba-roja no estaría completo sin mencionar los tesoros que albergan sus museos. El Museo Visigodo del Pla de Nadal, junto con el Museo de Cerámica y la Casa del Molinero, son mucho más que simples espacios expositivos; son auténticos portales hacia las vidas cotidianas de los antiguos habitantes de la región. En el Museo Visigodo, por ejemplo, los visitantes pueden adentrarse en el mundo de los visigodos que una vez habitaron esta tierra, explorando artefactos únicos y reconstrucciones que ofrecen una ventana a una era crucial en la historia de la península ibérica. El Museo de Cerámica, por su parte, celebra el legado de los ceramistas medievales, cuyas manos moldearon no solo objetos utilitarios, sino también piezas artísticas que han perdurado a lo largo de los siglos. En la Casa del Molinero, el visitante puede revivir la vida cotidiana de los molineros del siglo XX, quienes con esfuerzo y dedicación transformaban el trigo en harina, sustentando a la comunidad local. Cada una de estas instituciones culturales es un testimonio palpable del trabajo, las costumbres y las tradiciones que dieron forma a la identidad de Riba-roja a lo largo del tiempo, haciendo que la historia no sea solo algo que se estudia, sino algo que se siente.

    Por si fuera poco, el corazón espiritual de Riba-roja de Túria late en la Iglesia de la Asunción, un monumento que se erige con orgullo como un símbolo de la resistencia y el renacimiento de la comunidad. Esta iglesia no es solo un espacio de culto, sino un testigo mudo de los tumultuosos eventos que marcaron la historia reciente de España. Durante la devastadora Guerra Civil, la iglesia sufrió grandes daños, perdiendo gran parte de su patrimonio artístico, pero, como Riba-roja misma, la iglesia encontró la manera de resurgir de las cenizas. La restauración de sus frescos y pinturas, llevada a cabo por dedicados estudiantes y artistas, es un acto de amor y compromiso con la preservación del patrimonio local. Las dos torres que se alzan orgullosas sobre el templo, construidas con más de un siglo de diferencia, son una metáfora visual perfecta de cómo Riba-roja ha sabido integrar su pasado y su presente, combinando la tradición con la modernidad. En su interior, las paredes de la iglesia albergan historias de fe, lucha y renovación, convirtiendo cada visita en un viaje espiritual a través del tiempo y la cultura de esta fascinante localidad.

    Este rincón de la Comunidad Valenciana es mucho más que una localidad a las afueras de la gran ciudad; es un lugar que late con vida propia, donde el pasado se entrelaza con el presente en un continuo que invita a detenerse y a contemplar. Riba-roja de Túria es, en definitiva, un lugar donde la historia, la cultura y la naturaleza se unen en perfecta armonía, esperando ser descubiertas por aquellos que se atrevan a explorar más allá de sus caminos conocidos.