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En la acogedora localidad de Moncada, en el corazón de la Comunidad Valenciana, la historia y la modernidad se entrelazan de forma mágica, creando un entorno vibrante que invita a ser explorado. Situada en la provincia de Valencia y abrazada por la Huerta Norte, Moncada se asienta sobre una llanura cuaternaria que, en sus laderas, nos brinda un paisaje pintoresco que culmina en el cerro del Tos Pelat. Con 92 metros sobre el nivel del mar, este cerro no solo es un punto de referencia geográfico, sino también un testigo mudo de las diversas civilizaciones que han pasado por aquí, dejando huellas que nos hablan de un pasado rico y multifacético. A medida que uno se adentra en sus calles, se siente la esencia de un lugar que ha vivido mil historias; un crisol de culturas donde cada rincón tiene algo que contar.
La orografía de Moncada no es solo un espectáculo visual, sino un ecosistema que ha moldeado la vida de sus habitantes a lo largo de los siglos. En la parte noroeste, el barranco de Carraixet penetra con suavidad, su murmullo constante es un eco de las épocas en que los primeros pobladores descubrieron su belleza. Allí, en el corazón de este paisaje natural, se encuentran vestigios de la romanización, recordatorios de un tiempo en el que la vida era diferente pero, a su manera, igualmente intensa. Las lomas terciarias que se extienden hacia el casco urbano son un símbolo de la transición del pasado al presente; lomas que han sido testigos de la lucha y el esfuerzo humano, donde los primeros pobladores dejaron su impronta y, con ella, su legado. Cada fragmento de cerámica y cada punta de flecha descubiertos en la zona de Xop y en el poblado ibérico de Tos Pelat son vestigios de un tiempo antiguo que nos conecta con nuestras raíces, haciéndonos sentir parte de una narrativa mucho más grande.
El patrimonio arquitectónico de Moncada no solo es un testimonio de su rica historia, sino también una ventana a las diferentes eras que han moldeado esta localidad. La Iglesia de San Jaime, con su imponente planta rectangular y su fachada adornada, es un claro ejemplo de la evolución arquitectónica que ha experimentado Moncada a lo largo de los siglos. Consagrada en 1696, este templo destaca por su monumentalidad y por su valor histórico. Su interior, decorado con frescos y retablos que han ido cambiando con el tiempo, refleja las distintas corrientes artísticas que han influido en la región. Los visitantes pueden maravillarse con la mezcla de estilos que van desde el barroco hasta el neoclásico, cada uno de ellos añadiendo una capa de riqueza a la historia del lugar. A través de las distintas reformas y restauraciones, la iglesia ha sabido mantener su esencia, convirtiéndose en un verdadero emblema de la fe y la cultura local. Los ecos de los cánticos y las celebraciones religiosas que han resonado en sus muros a lo largo de los años aún se perciben en el aire, recordando a todos la importancia de la espiritualidad en la vida de sus habitantes.
A poca distancia, la ermita de Santa Bárbara, construida en el siglo XVIII, se erige como un símbolo de devoción y tradición. Esta pequeña joya arquitectónica invita a los visitantes a hacer una pausa y reflexionar sobre el significado de la fe en la comunidad. La ermita, que se asienta sobre los cimientos de una construcción anterior dedicada a San Ponce, es un lugar donde la historia se entrelaza con la espiritualidad. Sus muros, llenos de anécdotas y leyendas, son un refugio donde muchos han encontrado consuelo y esperanza en tiempos de dificultad. La celebración de la festividad de Santa Bárbara, que tiene lugar cada diciembre, es una muestra palpable de cómo la devoción a esta santa continúa viva, uniendo a la comunidad en actos de fe y celebración. La erguida imagen de Santa Bárbara, junto a sus tradicionales altares adornados con flores y velas, ofrece un espectáculo de color y emoción, un recordatorio de la fuerza de la fe en el corazón de Moncada.
En el ámbito más cotidiano, el Mercat Vell, inaugurado en 1908, se erige como el latido de la vida diaria en Moncada. Este mercado, con su estructura de hierro y zinc, no solo es un espacio de comercio, sino un lugar donde se entrelazan la historia y la cultura local. A medida que los visitantes cruzan sus puertas, son recibidos por una sinfonía de aromas, colores y sabores que cuentan la historia agrícola de la comarca. Los productos frescos, provenientes de los campos que rodean Moncada, se exhiben con orgullo, reflejando la rica tradición de la agricultura que ha sido parte fundamental de la identidad de la localidad. Este bullicioso mercado ha abastecido no solo a Moncada, sino a una veintena de pueblos aledaños, convirtiéndose en un punto de encuentro donde se forjan lazos entre productores y consumidores. Las conversaciones animadas entre los comerciantes y los clientes resuenan en el aire, creando una atmósfera vibrante que invita a todos a participar. Las actividades agrarias, que han sido practicadas desde el siglo XVIII, siguen teniendo un impacto significativo en la economía local y en la vida cotidiana de sus habitantes.
El legado arquitectónico de Moncada, con la Iglesia de San Jaime, la ermita de Santa Bárbara y el Mercat Vell, no solo narra la historia de una comunidad a lo largo del tiempo, sino que también refleja la resiliencia y la vitalidad de sus habitantes. Cada estructura, cada rincón, cada celebración, son recordatorios de un pasado que se honra en el presente y que promete seguir vivo en las futuras generaciones. En Moncada, el patrimonio arquitectónico no es solo un testimonio del pasado, sino una invitación a explorar, a reflexionar y a celebrar la rica herencia cultural que define a esta hermosa localidad.
Sin embargo, Moncada no es solo un lugar donde la historia se conserva, sino un municipio que avanza hacia el futuro con una vitalidad y una energía contagiosas. La presencia del Seminario Metropolitano de Valencia y la Universidad CEU Cardenal Herrera han traído un aire renovador, transformando la localidad en un punto de encuentro para jóvenes estudiantes de diversas partes de España. Este flujo de conocimiento y juventud revitaliza la vida cultural y social de Moncada, infundiéndola con nuevas ideas y perspectivas. A medida que caminamos por sus calles, se siente la energía de aquellos que buscan aprender, crear y crecer, fusionando las tradiciones con la modernidad de una manera armoniosa. La comunidad se reúne para celebrar, desde las fiestas patronales que comienzan el último viernes de agosto hasta la festividad de San Jaime Apóstol el 10 de septiembre, momentos en los que Moncada se viste de gala y se llena de alegría, uniendo a sus habitantes en una danza de tradiciones y emociones.
Moncada es más que un simple lugar en el mapa; es un crisol de historias, un testimonio de la resistencia y la celebración de la vida. Aquí, el pasado y el presente se encuentran en una danza interminable, invitando a todos a ser parte de su historia y a descubrir la riqueza de su patrimonio cultural. En cada esquina, en cada rincón, Moncada te espera con los brazos abiertos, lista para compartir su legado y su pasión por la vida.