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Gandia, una joya bañada por el sol y el mar, es una ciudad vibrante del País Valencià, que se erige orgullosa como la capital de la comarca de la Safor. Este municipio, con una extensión de 62 kilómetros cuadrados, no solo es una de las localidades más importantes del litoral valenciano, sino que también es un epicentro cultural, histórico y turístico que atrae a miles de visitantes cada año. Con una población estable de 75 mil habitantes), Gandia se transforma durante la temporada alta de verano, multiplicando su población hasta alcanzar entre 100 mil y 120 mil personas. Sin embargo, es en los meses estivales cuando Gandia muestra su verdadera magnitud, albergando hasta 320 mil personas, convirtiéndose en uno de los destinos turísticos más codiciados de toda la región. El turismo ha sido, desde los años 60 del siglo XX, el motor que ha impulsado el desarrollo de la ciudad, moldeando su identidad moderna sin olvidar sus raíces históricas.
Gandia, situada en el corazón de la Safor, es un enclave que combina magistralmente la belleza de la naturaleza con la majestuosidad de su historia. El paisaje se divide en tres sectores claramente diferenciados: en el noreste, la presencia de la playa y las formaciones pantanosas de la Marjal de Xeresa-Gandia dotan a la ciudad de un ecosistema singular, que a pesar de haber sido desecado en gran parte a lo largo de la historia, todavía conserva áreas que atestiguan su esplendor natural. En la parte central, el río Serpis serpentea por la llanura aluvial, bañando las tierras fértiles de Gandia junto con el río de Sant Nicolau, aportando vida a la rica huerta que durante siglos ha sido uno de los tesoros agrícolas de la región. Por último, en el noroeste, el paisaje cambia drásticamente, ascendiendo hacia las montañas de la Sierra Grossa y el imponente macizo del Mondúber. Estas tierras calcáreas, con su abrupta orografía kárstica, se presentan como un desafío para la agricultura, pero ofrecen una riqueza paisajística y forestal inigualable.
Pero Gandia no es solo naturaleza. El casco urbano se expande más allá de su núcleo central para abrazar una serie de núcleos de población que dotan a la ciudad de una diversidad geográfica y social fascinante. Además de la ciudad principal, encontramos barrios marítimos como el Grau de Gandia, con su encantadora playa y la tranquila Venecia, y otras áreas rurales y urbanizaciones que forman parte del municipio, como Marxuquera, Santa Anna, Beniopa o Benipeixcar. Estas zonas, cada una con su carácter propio, configuran el mosaico de culturas y estilos de vida que hacen de Gandia un lugar único. Marxuquera, con sus cuevas prehistóricas, como la Cova del Parpalló y la Cova de les Meravelles, nos ofrece una ventana a los primeros asentamientos humanos en la región, transportándonos a tiempos paleolíticos en los que el hombre comenzaba a dejar su huella en estas tierras.
La historia de Gandia se respira en cada calle, en cada rincón, en cada monumento. La Col·legiata de Santa Maria, conocida popularmente como La Seu, es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Sus orígenes se remontan a una antigua iglesia visigoda, que posteriormente fue convertida en mezquita y más tarde, tras la reconquista cristiana, se transformó en el majestuoso templo que conocemos hoy. Elevada a la categoría de colegiata por el papa Borja, Alejandro VI, en 1499, La Seu ha sido testigo de siglos de historia. Sin embargo, como tantos otros monumentos, no ha estado exenta de tragedias, ya que durante la Guerra Civil sufrió graves daños, perdiéndose en el incendio gran parte de su valioso patrimonio artístico. A pesar de ello, su restauración en la década de los cuarenta permitió que la Col·legiata recobrara su esplendor y continúe siendo uno de los principales atractivos turísticos de Gandia.
Otros monumentos religiosos, como la Iglesia de Sant Nicolau en el Grau, construida en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, o el Convento de Sant Roc, hoy transformado en archivo municipal y biblioteca central, nos hablan de una ciudad que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder de vista su legado espiritual y cultural. La Ermita de Santa Anna, completamente remodelada en los años 80, o el Convento de Santa Clara, un convento de clausura habitado por monjas clarisas desde el siglo XV, añaden profundidad a la rica tradición religiosa de la ciudad. También destacan las Escoles Pies, la antigua Universidad fundada por el santo Francisco de Borja, un personaje histórico íntimamente ligado a Gandia. Remodelada en varias ocasiones, esta institución alberga hoy la UNED y una escuela de adultos, y en la plaza que la precede, cinco estatuas rinden homenaje a los miembros más ilustres de la familia Borja.
El patrimonio civil de Gandia es igualmente notable. El Palau Ducal, antigua residencia de los Duques Reales de Aragón y posteriormente de la familia Borja, es sin duda uno de los edificios más visitados y conocidos de la ciudad. Este majestuoso palacio gótico, adquirido en ruinas por los jesuitas en 1887 y declarado Monumento Histórico Nacional en 1964, fue profundamente restaurado en 1995, recuperando su esplendor original. Cada rincón del palacio, desde el Patio de Armas hasta la Galería Dorada o el dormitorio de San Francisco de Borja, narra episodios de una historia cargada de poder, intrigas y fe. A poca distancia, las murallas de Gandia, de las cuales aún se conservan algunos vestigios, como el Torrelló del Pi, son otro testimonio de la fortaleza que una vez defendió la ciudad tras la conquista cristiana.
Pero Gandia no solo vive de su historia, sino también de su inigualable gastronomía. Aquí, los sabores mediterráneos se mezclan con la tradición para crear platos que deleitan a locales y visitantes por igual. Los arroces, emblema de la cocina valenciana, alcanzan en Gandia su máxima expresión, pero es la fideuà, plato que según muchos nació en esta tierra, la verdadera estrella de su oferta culinaria. El marisco fresco y los pescados del Mediterráneo se combinan con los dulces típicos, reminiscencias de los tiempos en que la caña de azúcar florecía en la región, para ofrecer una experiencia gastronómica que es, por sí sola, un motivo para visitar esta vibrante ciudad.
Gandia es un lugar donde convergen la historia, la naturaleza y el mar, un destino que no solo invita a disfrutar de sus playas y su clima, sino que también seduce con su patrimonio cultural y su rica tradición. Aquí, cada rincón cuenta una historia, y cada visita se convierte en un descubrimiento fascinante.