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  • Almàssera, un encantador municipio situado en la comarca de l'Horta Nord, es un lugar donde la historia y la naturaleza se entrelazan de manera mágica, creando una experiencia única para quienes lo visitan. Con una extensión de 2,7 km², este pequeño rincón del País Valenciano es un refugio de serenidad y belleza, donde la vida cotidiana se viste con los colores vibrantes de sus campos y el murmullo del barranco de Carraixet nos recuerda el paso del tiempo, un susurro constante que invita a sumergirse en la esencia del lugar.

    Al cruzar el umbral de Almàssera, uno no puede evitar sentir la profunda conexión que tiene este pueblo con su historia. La primera sensación es la calidez de su gente, un pueblo que ha visto pasar generaciones, cada una dejando su huella en la comunidad.

    La geografía de Almàssera es un regalo de la naturaleza, un entorno que fascina a quienes buscan escapar del ajetreo diario. Situado en el margen izquierdo del barranco de Carraixet, su terreno llano se extiende como un lienzo vibrante, regado por las aguas de la Séquia Reial de Montcada y la Séquia de Rascanya. Las lluvias estacionales pueden traer grandes inundaciones, pero también alimentan el suelo fértil que ha sustentado a generaciones de agricultores. El paisaje es un mosaico de campos verdes y dorados, donde los aromas de los cultivos de hortalizas, chufas y cítricos se entrelazan en el aire, evocando un sentido profundo de pertenencia a la tierra que ha alimentado y cuidado a su gente.

    La historia de Almàssera es rica y vibrante, tejida con hilos de cultura y tradición. Fundada en tiempos de dominación musulmana, su nombre proviene de "al-ma‘şara", que significa 'prensa de aceite', un legado que perdura hasta nuestros días. Esta alquería andalusí, otorgada por Jaume I al obispo de Osca, ha sido testigo de innumerables transformaciones a lo largo de los siglos. La independencia eclesiástica de Alboraia en 1352, marcada por el famoso milagro de los pececito, fue un hito que consolidó la identidad de Almàssera. Los ecos de antiguas revoluciones resuenan en las calles, como la Revolta de l'Horta de 1878, donde los campesinos de Almàssera se levantaron valientemente contra el yugo de impuestos elevados, luchando por sus derechos y la dignidad de su trabajo.

    Caminar por sus calles es una experiencia enriquecedora que invita a la reflexión. La plaza mayor, con su vibrante vida social y los ecos de risas de los niños que juegan, es el corazón palpitante del pueblo. El antiguo ayuntamiento, hoy transformado en un centro cultural, es un testimonio de su evolución a lo largo del tiempo. Aquí, las conversaciones en valenciano se entrelazan con la historia, creando un ambiente acogedor y familiar que hace que todos se sientan como en casa. La arquitectura de Almàssera es un reflejo de su historia: casas de estilo tradicional, adornadas con azulejos y balcones de hierro forjado que cuentan historias de amor y esperanza, se alinean en calles que han sido testigos del crecimiento de generaciones.

    Entre los lugares de interés, destaca la Iglesia de San Juan Bautista, un imponente edificio que, con su bella fachada y su impresionante campanario, es el orgullo del pueblo. En su interior, la luz se filtra a través de hermosos vitrales que narran historias bíblicas y que envuelven a los visitantes en una atmósfera de paz y reflexión. Cada año, durante las festividades religiosas, la iglesia se convierte en el centro de celebraciones llenas de color, música y devoción, donde los habitantes de Almàssera se reúnen para rendir homenaje a sus tradiciones.

    Otro lugar que no puede dejar de visitarse es el Parque de la Séquia de Rascanya, un espacio natural que ofrece la oportunidad de conectarse con la belleza de la flora y fauna local. Con senderos serpenteantes y zonas de descanso, este parque es ideal para paseos familiares y picnics, así como para disfrutar de la tranquilidad que solo la naturaleza puede brindar. A lo largo del año, el parque se convierte en un punto de encuentro para actividades culturales y deportivas, donde los habitantes de Almàssera se reúnen para disfrutar de la vida al aire libre.

    A medida que el sol se pone sobre Almàssera, el cielo se pinta de tonos anaranjados y morados, creando una atmósfera mágica que embriaga el alma. La tranquilidad del campo, salpicado por el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre los árboles, ofrece un respiro del bullicio de la vida moderna. Aquí, el tiempo parece detenerse, permitiendo a los visitantes reflexionar sobre su propio viaje y la conexión que establecen con la tierra que les rodea.

    El clima mediterráneo, con inviernos suaves y veranos cálidos, favorece la vida al aire libre, y las fiestas locales, como las Fallas y las celebraciones religiosas, son una explosión de color y emoción. Durante estas festividades, las calles de Almàssera se adornan con luces, flores y música, donde la comunidad se une para celebrar sus tradiciones, recordar su historia y compartir la alegría de vivir en un lugar tan especial. El ambiente festivo se llena de risas, y el aroma de la gastronomía local, como la paella y los buñuelos de calabaza, invita a disfrutar de momentos memorables en compañía de amigos y familiares.

    Almàssera no es solo un municipio; es un lugar donde el pasado y el presente convergen, donde la esencia de la vida rural se siente en cada rincón. Es un destino que invita a la reflexión, a la conexión con la naturaleza y a la celebración de la vida en comunidad. En cada esquina, en cada susurro del viento, Almàssera cuenta una historia que espera ser descubierta, una historia de resistencia, esperanza y amor por la tierra, que perdura en el tiempo y en el corazón de quienes lo habitan y lo visitan.