Cuidamos cada detalle para tu éxito.
Aprovecha nuestra gestión integral para convertir tu alquiler vacacional en un destino altamente deseado, donde cada huésped se siente como en casa.
No te quedes con dudas; contáctanos y obtén respuestas.
Información de contacto
Bellreguard, un pintoresco municipio del País Valencià enclavado en la comarca de la Safor, es un lugar donde el encanto de lo tradicional y la historia profunda se entrelazan con el paisaje idílico de la costa mediterránea. Desde su posición privilegiada en la fértil llanura aluvial de la Llacuna, Bellreguard se despliega entre los contrafuertes de la serra Gallinera y el azul interminable del mar Mediterráneo, creando un contraste entre montaña y mar que embelesa tanto a sus habitantes como a los visitantes.
El término municipal de Bellreguard está dividido en dos partes claramente diferenciadas: el pueblo y el núcleo costero de la playa. Esta curiosa división, separada por el vecino municipio de Miramar, marca la dualidad del carácter de Bellreguard: un lugar de tradiciones agrícolas y señoriales, pero también de apertura al turismo costero, que ha encontrado en sus playas un foco de atracción desde hace décadas.
Las conexiones con otros municipios y regiones cercanas son fluidas gracias a la carretera N-332, que atraviesa Bellreguard de norte a sur, permitiendo una rápida comunicación con la vibrante ciudad de Gandía y otras localidades vecinas. Para quienes deseen disfrutar del mar, la CV-673 nos conduce directamente desde el núcleo urbano hasta la playa de Bellreguard, un rincón donde la brisa marina y la tranquilidad del Mediterráneo invitan al descanso.
La historia de Bellreguard es tan rica como fascinante. Sus orígenes se remontan a la época musulmana, cuando el pueblo era conocido como Sotaia. Fue en el siglo XV cuando la localidad adquirió su actual nombre, tras ser comprada por Pere Lluís de Borja, hijo del futuro papa Alejandro VI. Este hecho marcó el inicio de una estrecha relación con la poderosa familia Borja y el duque de Gandía, a cuyo dominio perteneció Bellreguard hasta el siglo XIX.
La expulsión de los moriscos en el siglo XVII, que dejó una profunda huella en la población, fue uno de los momentos más críticos en su historia. La demografía del pueblo, como en muchas otras zonas del Reino de Valencia, sufrió un gran declive. Sin embargo, con el tiempo, Bellreguard renació. La llegada de nuevos pobladores de otras comarcas valencianas y regiones como las Baleares y, curiosamente, incluso de Francia, permitió la repoblación del municipio, como bien se documenta en los registros parroquiales desde el siglo XVII. Este pasado multicultural sigue impregnando el alma de Bellreguard, un pueblo que ha sabido reconstruirse con determinación a lo largo de los siglos.
Desde sus orígenes, la agricultura ha sido el pilar de la economía local. Durante los siglos XVI y XVII, Bellreguard fue un importante centro productor de caña de azúcar, cuyo cultivo marcó profundamente la vida del pueblo. Posteriormente, la morera y la vid ocuparon su lugar, hasta que en el siglo XX el cultivo del naranjo se impuso como la principal actividad agrícola. Hoy en día, más de la mitad de la tierra regada en Bellreguard está dedicada a la producción de naranjas, un cultivo que no solo forma parte de su paisaje, sino también de su identidad.
Aunque la agricultura sigue siendo un sector clave, la evolución económica del municipio ha dado paso a otros sectores, como la industria ligera, con fábricas dedicadas a la manipulación y envasado de cítricos, así como a la fabricación de muebles y licores. El turismo, en especial desde mediados del siglo XX, ha impulsado el crecimiento del sector servicios, atrayendo a veraneantes que encuentran en la playa de Bellreguard un remanso de paz alejado de los grandes núcleos turísticos.
Bellreguard es un lugar donde las tradiciones se viven con pasión, y sus fiestas mayores, que se celebran durante la última semana completa de septiembre, son un claro ejemplo de ello. Estas festividades son una auténtica explosión de color y alegría, donde las calles se llenan de música, danzas y desfiles que celebran el espíritu comunitario del pueblo. Entre los personajes más queridos y emblemáticos de estas fiestas están los Pedacets, que, granera en mano, se encargan de "liberar" a los niños de las escuelas junto al popular Tio de la Porra. En las procesiones, los bailes tradicionales como el Ball de la Pandereta y el Ball de la Forca de Bellreguard, un tipo de danza con bastones única en la Safor, transportan a los asistentes a épocas remotas, mientras se mantienen vivas las costumbres locales.
Pero las fiestas no serían completas sin los famosos Moros y Cristianos, la celebración más esperada por todos, que culmina con la tradicional entrada de los ejércitos al pueblo. Esta recreación histórica, llena de esplendor, es un reflejo de la riqueza cultural e histórica de Bellreguard, que no solo mira hacia el futuro, sino que honra con orgullo su pasado.
La playa de Bellreguard, con su fina arena y aguas cristalinas, es uno de los tesoros más apreciados por sus habitantes y visitantes. En los meses de verano, la población de esta zona costera se duplica, convirtiendo la tranquila localidad en un vibrante destino turístico. Sin embargo, Bellreguard ha sabido preservar su esencia, ofreciendo una experiencia de playa relajada y familiar, alejada del bullicio de las grandes ciudades costeras. Este núcleo costero es un lugar donde la calma del Mediterráneo y el ritmo pausado del pueblo se encuentran, brindando a sus visitantes una experiencia única de descanso y desconexión.
Bellreguard, con su rica historia y sus paisajes de ensueño, sigue siendo un lugar donde las raíces del pasado se entrelazan con el presente. La necrópolis árabe descubierta en 1984 y la iglesia de San Miguel, reconstruida en el siglo XX sobre un templo anterior, son solo algunos de los vestigios de su fascinante legado histórico.
Este pueblo, que fue pionero en la lucha por el autogobierno al ser uno de los primeros en solicitar el Estatuto de Autonomía en el siglo XX, sigue siendo hoy en día un referente de identidad y cultura en la Safor. Su historia está escrita en sus calles, en sus campos y en las aguas de su playa, que cada día susurra los relatos de quienes, a lo largo de los siglos, han llamado a Bellreguard su hogar.
Bellreguard es mucho más que un punto en el mapa del País Valencià. Es un lugar donde la historia, la naturaleza y la cultura se encuentran en perfecta armonía. Cada rincón de este municipio tiene una historia que contar, una leyenda que compartir, una vivencia que recordar. Quien lo visita no solo se lleva consigo la belleza de sus paisajes y la serenidad de su playa, sino también el eco de su pasado, que resuena en cada calle, en cada fiesta y en cada mirada de sus gentes.