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  • En Pontevedra, todo parece estar al alcance de la mano, a una distancia que apenas requiere esfuerzo, pero que ofrece recompensas sorprendentes en cada esquina. La ciudad te invita a explorarla con calma, a perderte en sus calles mientras cada paso te revela un rincón inesperado, una joya oculta que cuenta historias antiguas y modernas. Aquí, donde el tiempo parece detenerse pero la vida late con fuerza, encontrarás verdaderos tesoros esperando a ser descubiertos. Desde las maravillas históricas hasta los placeres simples de sus plazas llenas de vida, en Pontevedra te sentirás como un explorador en un viaje inolvidable.

    Empieza tu aventura dejando el coche en la emblemática Plaza de España, un espacio amplio y majestuoso que actúa como la puerta de entrada al corazón de la ciudad. Desde aquí, Pontevedra te invita a caminar por su centro histórico, uno de los más importantes de Galicia, repleto de calles empedradas, casas señoriales y monumentos que cuentan siglos de historia. A escasos metros de la plaza, las Ruínas de Santo Domingo te transportan al pasado medieval de la ciudad. Estas ruinas, pertenecientes a un convento gótico del siglo XIV, son testimonio de una era de esplendor religioso y artístico. Aún se pueden contemplar las cinco capillas que conservan sepulcros de personajes célebres de Pontevedra, así como escudos heráldicos que adornan sus paredes, algunos de ellos ahora protegidos en el Museo de Pontevedra para su conservación.

    Tu paseo te lleva a descubrir otro de los grandes tesoros de la ciudad: la Basílica de Santa María la Mayor, una joya del estilo gótico tardío con detalles renacentistas, construida en honor a los pescadores de la ciudad. Su fachada principal, profusamente decorada, es un auténtico retablo en piedra que te deja sin aliento. No puedes dejar de subir a su torre, desde donde disfrutarás de una panorámica impresionante de la ciudad, con el río Lérez serpenteando entre los edificios, los montes gallegos como telón de fondo y el aire cargado de la brisa del Atlántico que refresca cada rincón.

    A medida que avanzas por el Casco Antiguo de Pontevedra, la sensación de estar en un lugar vivo y vibrante te acompaña. Las calles, rodeadas de casas blasonadas, con balcones de hierro forjado y ventanas pintadas de colores, te invitan a detenerte a cada momento. Cada plaza tiene su propia historia y su propio encanto. La Plaza de la Leña, con su forma casi perfecta y su arquitectura pintoresca, es uno de esos lugares que no puedes dejar de fotografiar. En el pasado, era el lugar donde se comerciaba con leña, un producto vital para la vida cotidiana de la ciudad. Hoy, está rodeada de animadas terrazas donde tanto locales como visitantes disfrutan de la gastronomía gallega, y es un lugar perfecto para sentarte, pedir una copa de vino Albariño y dejar que la vida de la ciudad te envuelva.

    La ruta continúa hacia la Iglesia de la Virgen Peregrina, un lugar emblemático que domina el centro del casco antiguo. Con su singular planta en forma de concha, es un homenaje a los peregrinos que desde hace siglos atraviesan Pontevedra en su camino hacia Santiago de Compostela. Este templo de piedra, con su bella cúpula y sus detalles barrocos, es un reflejo de la fe y la hospitalidad gallega. Aquí, los viajeros pueden hacer una pausa en su peregrinación, y tú también puedes sentir esa atmósfera de espiritualidad y descanso, mientras admiras su belleza arquitectónica.

    Pontevedra es también una ciudad que sabe cómo cuidar su patrimonio natural. Si deseas hacer una pausa del recorrido histórico y sumergirte en la naturaleza, te esperan los verdes paisajes del Parque de las Marismas de Alba, un área protegida situada a orillas del río Lérez, donde puedes observar la flora y fauna autóctona mientras paseas por sus senderos tranquilos. O, si lo prefieres, puedes explorar el Pazo de Lourizán, un majestuoso palacio rodeado de jardines que parece sacado de un cuento de hadas. El edificio, que data del siglo XIX, ha sido testigo de importantes episodios de la historia política y social de Galicia, y sus jardines, con especies exóticas y centenarias, son un remanso de paz y belleza.

    Al caer la tarde, el ambiente en Pontevedra se transforma. Las sombras comienzan a alargarse, el sol tiñe el cielo de tonos dorados y el momento parece ideal para dirigirte a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: el Convento de San Francisco. Este imponente edificio religioso, que se remonta al siglo XIV, es un ejemplo exquisito de la sobriedad del estilo gótico. Al contemplar su fachada sencilla, notarás cómo se integra de manera armoniosa con su entorno, en pleno corazón de la Plaza de la Ferrería, una de las más concurridas y queridas por los pontevedreses. La plaza, con sus elegantes soportales y una fuente que refresca el ambiente, es un verdadero centro de actividad social. Durante todo el día y, especialmente al caer la tarde, la plaza se llena de vida: las familias pasean tranquilamente, los niños corren y juegan, y las terrazas de los bares y cafeterías se llenan de personas disfrutando de una charla animada, mientras el sonido de las campanas del convento resuena de fondo, como un eco del pasado.

    Si el arte es lo que te mueve, no puedes dejar de visitar el Museo de Pontevedra, una auténtica joya cultural que se alza orgullosa en el centro de la ciudad. Este museo es mucho más que una simple colección de objetos; es un viaje en el tiempo, desde la Prehistoria hasta el arte contemporáneo, todo a través de sus exposiciones meticulosamente curadas. Una de sus secciones más fascinantes es, sin duda, la colección de orfebrería en oro, considerada única en toda Europa. Las piezas, algunas con más de 4.000 años de antigüedad, brillan bajo la luz de las vitrinas y te transportan a épocas en las que estos objetos eran no solo joyas, sino también símbolos de poder y devoción. Pero el museo no solo destaca por sus tesoros arqueológicos; cada sala te cuenta una parte de la rica historia gallega, y al recorrerlas, es inevitable sentirte conectado con las generaciones pasadas que caminaron por estas mismas tierras. Al salir del museo, tendrás la impresión de haber viajado a través de siglos de historia, sintiendo cómo cada periodo ha dejado su huella en la identidad de la ciudad.

    Sin embargo, Pontevedra no es solo un destino para los amantes de la historia y el arte. La ciudad sabe cómo celebrar la vida al aire libre, ofreciendo a sus visitantes múltiples espacios naturales donde relajarse y disfrutar del paisaje. Los parques y alamedas están repartidos por toda la ciudad, y caminar por ellos es un placer para los sentidos. Si lo que buscas es una experiencia en contacto con la naturaleza, pero sin alejarte demasiado, el Parque de las Marismas de Alba te permitirá adentrarte en un paraje natural de singular belleza, donde los humedales acogen a numerosas especies de aves. Pero si deseas algo más aventurero, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas es el destino ideal. Este conjunto de islas, que incluye las mundialmente conocidas Islas Cíes, te regalará paisajes que parecen sacados de un sueño. Al llegar a la Playa de Rodas, comprenderás por qué es considerada una de las mejores playas del mundo: sus aguas cristalinas, de un azul turquesa inmaculado, se mezclan con la arena blanca y fina, creando un entorno paradisíaco donde la naturaleza se expresa en su máximo esplendor.

    Después de un día de exploración en las Islas Cíes o en los rincones verdes de la ciudad, regresar a Pontevedra se siente como volver a casa. A medida que el sol se oculta y las primeras luces de la noche iluminan el casco antiguo, la ciudad se viste de gala para recibir la noche. Las estrechas calles de piedra se llenan de una suave luz que resalta la belleza de las fachadas históricas, mientras las plazas cobran vida con el bullicio de los comensales que disfrutan de la gastronomía local. Es el momento perfecto para sentarte en una terraza y probar las delicias gallegas: el pulpo a la gallega, con su toque de pimentón y aceite de oliva, o la empanada de zamburiñas, un plato tradicional que combina sabores marinos y la sencillez de la cocina gallega. El ambiente se llena de música y risas, y la sensación de bienestar te envuelve. En estos momentos, Pontevedra te muestra su lado más cálido y acogedor, donde la historia se mezcla con la vida moderna en una sinfonía perfecta.

    Cuando recorres las calles empedradas de Pontevedra, con el suave rumor de la ciudad de fondo, te das cuenta de que cada paso que das te lleva a un nuevo descubrimiento. La ciudad parece diseñada para ser explorada a pie, con todo lo que necesitas a una distancia accesible, pero con la promesa de que siempre habrá algo más que descubrir. Desde sus monumentos históricos hasta sus vibrantes espacios públicos, Pontevedra es un lugar donde cada visita revela una nueva faceta, un nuevo rincón lleno de encanto. Aquí, cada plaza tiene una historia que contar, cada edificio guarda secretos del pasado y cada camino te invita a volver, sabiendo que siempre habrá algo más por ver, sentir y recordar en esta ciudad única.