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Imagina un lugar donde cada rincón te invita a descubrir una historia única, un lugar donde la naturaleza se entrelaza con el legado de antiguas civilizaciones, y donde el eco de la tradición aún resuena en el aire fresco y limpio. Ese lugar es Vilaboa, una joya escondida en la hermosa comunidad autónoma de Galicia, situada en la comarca de Pontevedra, que guarda secretos en sus senderos serpenteantes, monumentos que narran siglos de devoción y paisajes impresionantes que te dejarán sin aliento. En esta localidad, no solo encontrarás espacios llenos de belleza natural, sino también un patrimonio cultural y espiritual que convertirá tu visita en una experiencia inolvidable y enriquecedora.
Tu viaje por Vilaboa podría empezar en la encantadora Capela de Santa Marta, un pequeño pero significativo santuario ubicado en el tranquilo núcleo de Bértola. Este lugar, aunque modesto en tamaño, alberga un profundo espíritu de paz que te envuelve nada más acercarte. Los lugareños han venido aquí durante generaciones, buscando consuelo y esperanza en la figura de Santa Marta, la patrona de los hogares y la familia. En su interior, te recibirán paredes sencillas adornadas con elementos de devoción popular, creando una atmósfera de tranquilidad que invita a la reflexión y al recogimiento. Rodeada de un entorno natural apacible, la capilla es un lugar perfecto para hacer una pausa en tu recorrido, respirar profundamente y conectar con la serenidad que solo se encuentra en espacios cargados de espiritualidad y amor.
A unos pocos kilómetros de la capilla, te espera otro de los tesoros ocultos de Vilaboa: las Salinas do Ulló. Este antiguo complejo de salinas, que alguna vez fue un centro neurálgico de la economía local, es hoy un paisaje en el que la naturaleza ha reclamado su espacio, creando un entorno único y lleno de vida. Aquí, el agua del Atlántico se entremezcla con los humedales, ofreciendo un refugio a numerosas especies de aves que podrás observar mientras recorres la ruta de senderismo que atraviesa el lugar.
Este sendero, que parte de las salinas, te lleva hasta el Peirao de Acuña, un pequeño y pintoresco muelle donde los barcos pesqueros solían amarrar, cargados de los frutos del mar gallego. Si te sientes aventurero, puedes optar por continuar la ruta hacia la ensenada de Larache, donde el mar y la tierra se encuentran en un abrazo que crea un paisaje pintoresco e inspirador, ideal para tomar fotografías y disfrutar de la brisa marina. Pero Vilaboa también te ofrece la oportunidad de sentirte parte de una de las tradiciones más antiguas de Europa: el Camino de Santiago. Si decides caminar un tramo del camino portugués, te unirás a miles de peregrinos que han pasado por esta tierra en su búsqueda de sentido, espiritualidad y conexión con la historia.
Después de una jornada de caminatas y exploración, llega el momento de disfrutar de una de las experiencias más auténticas que Vilaboa tiene para ofrecer: la ruta de los furanchos. Estos pequeños establecimientos familiares, típicos de la región, te invitan a sentarte y compartir el vino casero de la cosecha local, acompañado de los sabores más tradicionales de la cocina gallega. Aquí, el ambiente es cálido y acogedor, y no tardarás en sentirte como un invitado más en casa de un viejo amigo. Disfruta de un delicioso pulpo a la gallega, empanadas crujientes o chorizos criados en la zona, mientras te empapas de la conversación y el carácter afable de los locales que están siempre dispuestos a compartir historias y risas.
Si lo tuyo es perderte en la naturaleza, el Área de Recreo del Lago de Castiñeiras es una parada obligada en tu aventura por Vilaboa. Rodeado de frondosos bosques y colinas suaves, el lago es un espacio perfecto para disfrutar de un día al aire libre en contacto directo con la belleza natural de Galicia. Aquí, puedes relajarte con un picnic junto a sus aguas tranquilas, mientras el sonido de las hojas susurrando al viento crea la banda sonora perfecta para tu descanso.
Pero además de su belleza escénica, este lugar esconde uno de los tesoros arqueológicos más antiguos de Galicia: la Mámoa do Rei de Castiñeiras, un dolmen que data de más de 5 mil años. Caminar entre estos vestigios prehistóricos te hará sentir como si estuvieras viajando atrás en el tiempo, hacia una era en la que las montañas y los ríos eran considerados sagrados por las civilizaciones que habitaron estas tierras. Este lugar es un recordatorio palpable de las antiguas civilizaciones que habitaron estas tierras y que, de alguna manera, siguen presentes en su legado cultural y espiritual.
Subiendo un poco más, encontrarás el Mirador de Cotorredondo, un balcón natural desde el cual puedes contemplar una de las vistas más impresionantes de las Rías Baixas. Desde aquí, la ría de Vigo se extiende a tus pies como un manto de azules y verdes, y a lo lejos puedes ver las islas Cíes y el inmenso mar Atlántico abrazando la costa gallega. Es un lugar perfecto para detenerte, tomar un respiro profundo y apreciar la vastedad del paisaje, mientras el sol se pone en el horizonte y los colores del atardecer tiñen el cielo de naranjas y rosados, creando un espectáculo visual que te dejará sin palabras.
De vuelta en el casco urbano, no puedes perderte la Iglesia de San Martiño de Vilaboa, un magnífico ejemplo de la arquitectura barroca rural gallega. Este templo, construido en el siglo XVIII, ha sido testigo del paso del tiempo y de las innumerables generaciones que han encontrado en sus muros un lugar para la fe y la comunidad. Su interior, aunque austero y simple, es un reflejo del carácter sincero y trabajador de la gente de Vilaboa. Cada piedra, cada detalle de la iglesia cuenta una historia de devoción y arraigo, y al visitarla, sentirás cómo el pasado y el presente se entrelazan en un espacio de serenidad y contemplación.
No puedes dejar Vilaboa sin visitar el Peto de Ánimas de Toural, una pequeña capilla de piedra dedicada a las almas del purgatorio. Este tipo de monumentos son comunes en Galicia, donde la tradición religiosa popular ha mantenido viva la costumbre de pedir por las ánimas a través de ofrendas y oraciones. Este peto, sencillo pero lleno de simbolismo, es un recordatorio de la profunda relación que los gallegos tienen con la espiritualidad, y cómo el recuerdo de los seres queridos sigue presente en su vida cotidiana. Aquí, puedes dejar una flor o una vela en señal de respeto, sintiendo el peso de la historia y la tradición en cada gesto.
Vilaboa es un lugar donde la naturaleza y la historia caminan de la mano, donde cada rincón te cuenta una historia diferente, y donde la paz y la belleza se encuentran en cada paso que das. Desde sus senderos llenos de vida y color hasta sus monumentos cargados de significado y espiritualidad, esta localidad gallega te invita a descubrir, explorar y dejarte llevar por su encanto único. Si buscas un destino que combine aventura, espiritualidad y cultura en un solo lugar, Vilaboa es el lugar perfecto para ti. Ven y déjate sorprender por todo lo que esta tierra tiene para ofrecer, y regresa a casa con recuerdos imborrables y una nueva apreciación por la belleza del mundo que te rodea.