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Enclavada en el corazón de Castilla y León, Peñafiel no es solo un municipio; es un santuario de historia, donde las piedras murmuran leyendas de siglos pasados y los vientos del Duero susurran secretos de antaño. La villa, que se asienta en un majestuoso paisaje de valles y colinas, es un viaje en el tiempo, un lugar donde cada rincón evoca una profunda conexión con la tradición y la cultura española.
El Castillo de Peñafiel, considerado una de las fortificaciones más bellas del medievo español, se alza con orgullo sobre la villa, como un guardián que ha presenciado la transformación de la historia. Su estructura robusta, forjada entre los siglos IX y X, fue crucial en la conquista de la plaza por el conde castellano Sancho García en el siglo XI. Este castillo roquero, que ha resistido la prueba del tiempo, fue remodelado durante la época del infante don Juan Manuel, y su fisonomía actual se esculpió en las obras que se llevaron a cabo hasta el siglo XV. Cada piedra, cada torre, es un eco de las batallas libradas y de las victorias celebradas. Hoy, este monumento no solo ofrece una lección de historia, sino que también alberga el Museo Provincial del Vino de Valladolid, un espacio que atrae a más de 140 mil visitantes anualmente. Aquí, los amantes del vino pueden disfrutar de visitas guiadas en varios idiomas, degustando los célebres vinos de la Ribera del Duero, un regalo de la tierra que refleja el carácter y la pasión de su gente.
Rodeando la villa, las antiguas murallas, que aún conservan algunos lienzos, son testigos silentes de un pasado glorioso. Estas murallas, que se extienden desde el castillo hasta la Plaza del Coso, trazan un camino de historia que narra las hazañas de aquellos que defendieron estas tierras. La historia se siente en cada paso que damos a lo largo de la Calle de Las Rondas, donde la estructura medieval aún palpita con la vida de quienes alguna vez caminaron por sus senderos. El murmullo del viento entre las piedras nos recuerda que estamos en un lugar donde el tiempo se detiene, donde la historia y la vida actual se entrelazan en un abrazo eterno.
En el corazón de Peñafiel, la Plaza del Coso, conocida popularmente como El Corro, es más que un simple espacio urbano; es un vibrante escenario donde la vida y la tradición cobran vida. Aquí, durante las fiestas de Nuestra Señora y San Roque, que se celebran del 14 al 18 de agosto, la plaza se llena de color, música y alegría. Las corridas de toros y los encierros que tienen lugar en este emblemático lugar son un testimonio de la cultura y la pasión que caracteriza a esta villa. Las raíces de estas celebraciones se remontan al menos al siglo XV, lo que convierte a la Plaza del Coso en una de las más antiguas de España. En cada carrera y en cada suspiro de la multitud, se respira la emoción y la tradición de un pueblo que celebra su identidad con fervor.
A los pies del Castillo, las bodegas subterráneas son otro tesoro oculto de Peñafiel, un laberinto de galerías que han guardado el elixir de la tierra desde el siglo XV. Este mundo subterráneo, que mantiene una temperatura constante y una humedad del 80%, ha sido el refugio ideal para los vinos que han hecho famosa a la Ribera del Duero. Las Bodegas Protos, con más de 2 km de galerías y 3 mil barricas, son un testimonio de la maestría vitivinícola de la región, ampliadas por el célebre arquitecto británico Richard Rogers. Al recorrer estas bodegas, uno no puede evitar sentirse abrumado por la historia que emana de cada barrica, por las manos que han cultivado y elaborado el vino con tanto amor y dedicación. Cada sorbo de vino es una conexión directa con la esencia de Peñafiel y su legado vinícola.
Peñafiel también se erige como un baluarte de la fe, donde la arquitectura religiosa narra la historia espiritual del pueblo. La Iglesia Parroquial de San Miguel de Reoyo, un majestuoso edificio de piedra construido a finales del siglo XVI, es un espacio que continúa ofreciendo culto y refugio espiritual a los habitantes. Dentro de sus muros, el esplendor de los retablos barrocos invita a los fieles a sumergirse en una experiencia de devoción. La Iglesia de Santa María de Mediavilla, aunque ahora funciona como Museo Comarcal de Arte Sacro, es un testimonio del arte gótico del siglo XV, con su historia inscrita en las piedras que la componen.
Más allá del bullicio del casco histórico, la Ermita de San Roque del Valdobar y la Ermita del Santísimo Cristo del Humilladero son espacios de recogimiento y reflexión, enclavadas en la belleza natural que rodea a Peñafiel. La sencillez de estas construcciones, levantadas en el siglo XIX, ofrece un contraste conmovedor con la grandeza de las iglesias y el castillo. En su interior, la calma y la paz invitan a los visitantes a desconectar del mundo exterior y a encontrar un momento de serenidad en la conexión con la espiritualidad.
Peñafiel no es solo un destino; es una experiencia inmersiva donde el pasado y el presente se entrelazan de manera mágica. Cada lugar, cada monumento, cuenta una historia que resuena en el corazón de quienes la visitan. Desde las majestuosas torres del castillo hasta los ecos de las corridas en la Plaza del Coso, este pueblo de Castilla y León es un testimonio vibrante de una rica herencia cultural que sigue viva en el espíritu de su gente. Al recorrer sus calles, se siente la emoción de pertenecer a una comunidad que honra sus tradiciones, celebra su historia y abre las puertas a un futuro lleno de promesas. Peñafiel es, sin duda, un rincón del mundo que invita a ser explorado, disfrutado y recordado.